Hardy sostiene que nuestro cerebro es una máquina de hacer predicciones, es decir, una poderosa fuerza de imaginación.
Hacer estrategia en las circunstancias actuales permite y requiere diversificar los modelos que guían las conversaciones para tal fin en las empresas, cuidando una de las virtudes ahora más críticas de un direccionamiento estratégico: su lógica dado que de ella depende su credibilidad.
En tanto una empresa es un conjunto de personas, la sicología, por su vocación de ayudarnos a entender nuestros comportamientos, resulta un campo interesante para explorar modelos complementarios. Conocí desde Benjamín Hardy, sicólogo organizacional estadounidense, este modelo concebido para el plano personal: Aquello en lo que creemos es con lo que nos comprometemos, lo cual genera nuestra identidad y determina nuestros comportamientos.
Sostiene Hardy que nuestro cerebro es una máquina de hacer predicciones, es decir, una poderosa fuerza de imaginación. Eso que imaginamos, y elegimos como posible, se convierte en lo que creemos, lo cual constituye nuestra visión de la vida en un momento particular. Alrededor de esas expectativas, y desde visualizar nuestra versión futura, generamos objetivos orientados a lograr o a evitar algo. Esos objetivos definen aquello con lo cual nos comprometemos, y a su vez determinan nuestra identidad, la versión presente y futura de nosotros mismos con la que nos identificamos. Somos lo que buscamos y evitamos, lo cual define nuestros hábitos o comportamientos cotidianos, esas acciones que priorizamos y reflejan nuestra identidad desde lo que hacemos.
Esta secuencia de imaginar el futuro, establecer creencias, definir objetivos, estructurar una identidad y generar hábitos, anota el científico, sucede en nosotros de manera consciente o inconsciente. Por ello, dice Hardy, para saber en qué creemos basta observar nuestros comportamientos, que revelan esos objetivos prioritarios y una identidad.
¿A qué viene esto cuando hablamos de estrategia empresarial? Traduciendo el modelo de Hardy, consideremos que hacer estrategia parte de imaginar el futuro. Establecemos luego aquello que creemos, tanto los supuestos, verdades observables hoy o que anticipamos tangibles en el corto plazo, como la estrategia, ese conjunto de escogencias respecto a lo que somos y no somos, o seremos, coherentes con los supuestos para darle forma al futuro o prepararnos para sus versiones posibles. La estrategia, a su vez, está orientada a lograr objetivos empresariales vinculados con una visión, de cómo la organización se concibe a sí misma hoy y de aquello en lo que desea convertirse, que constituye su identidad, la cual orienta la priorización de sus acciones y su cultura.
Una estrategia creíble, según este modelo, ensambla convicciones sólidas y explícitas, desde la imaginación y con propósito, para convertirse en esa identidad de la empresa, integrada por aspiraciones lógicas, la cual motiva genuinamente hábitos cotidianos que representan simplemente una forma de vivir.